30 sept 2009

El nombre de la Rosa

Una de las cosas que me llama la atención del noveno arte (sigo sin saber cual es el octavo), es lo complicado que resulta para muchos definir este medio de expresión. Revisando el otro día sobre el premio de Gabriel Rodríguez por Lock a& Key (voy a seguir machacando sobre el tema, asi somos los periodistas) me llevo a descubrir la siguiente anécdota de Neil Gaiman:

“Una vez, hace años, fui invitado a un cóctel literario. Entre los presentes había escritores prestigiosos, críticos y editores. En medio de una conversación el crítico del Sunday Telegraph me preguntó a qué me dedicaba. Escribo comics, le contesté. Con cara de haber escuchado la confesión de un crimen monstruoso, balbucea ‘¿Qué... clase de comics?’. Cuando enumeré algunas de las últimas cosas que había escrito, el crítico respiró aliviado: ‘Pero mi querido amigo, usted no escribe comics, escribe novelas gráficas’.”
Extraído de "Cafe Literario"
No es la primera vez que he leído sobre lo incomodo que para muchos resulta referirse al término comic.  Parece que llamarlos novelas gráficas (un invento de marketing nacido en los 80, para referirse a los comics más caros, como dice Alan Moore), le da más categoría y se aleja de las connotaciones humorística que "cómic" puede tener.  La primera novela gráfica que se denominó como tal fue "Un contrato con Dios" del maestro Will Eisner, pero el momento de su publicación 1978, lo hizo para diferenciarse de los comics que inundaban el medio en esos años y para mostrar las oportunidades narrativas que presentaba el lenguaje de las narraciones ilustradas.

Cómic, historieta, revistas de monitos, siempre de manera despectiva. Suena mejor llamarlas novelas graficas. Pero que poco oímos del "cuento gráfico". En inglés el problema es similar (en parte heredado de ese idioma) , pero no por ello deja de parecer menos pretencioso.
En otros idiomas las definiciones son menos problemáticas: Fumetti en italiano, Bande-dessineé en francés siendo la gala la más exacta. Y más alla de las interpretaciones de su origen, un comic japonés llamado manga es exactamente lo mismo (no recuerdo que los conocedores de cine se refieran a la cinematografía japonesa con alguna denominación nipona a todo cine proveniente de ese país, como si se tratará de algo completamente distinto).
La verdad es que muchas veces da la impresión que el mundo del comic se avergüenza de su propio nombre con las implicaciones que asocia (confusión de continente con contenido) y que el nombre novela grafica es más dignificante. Pero en el fondo sigue siendo lo mismo: Ilustraciones juxtapuestas y otras imagenes en secuencia deliberada con el propósito de transmitir información y una respuesta estética del lector.
Ivo, amigo que respeto por su claridad de ideas y análisis de los problemas, sugirio en algún momento que España había solucionado el problema de como definir el noveno arte: durante años existió en la madre patria una revista que llevaba por título TBO y quedó en la memoria colectiva de los españoles el nombre asoiciado al producto: tebeo. No es una mala palabra, autoreferente, pero quizas es demasiado referente al contexto de la realidad española. No sé si podría ser adoptado por América Latina.
Aunque quizas no sea necesario. Despues de todo, la novela gráfica no es más ni menos que una manifestación del cómic, otra forma de mostrarlo y usar su lenguaje.
Pero sigue siendo un comic, sin importar el nombre que le coloquen.

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